Lucas González abre la escuela de música ‘Son de Amores’ en Yuncos tras su despedida de los escenarios
Lucas González, integrante del dúo ‘Andy y Lucas’, además de vecino desde hace varios años, inaugura su negocio en la Sagra, un sueño que tenía pendiente desde hace tiempo, y que con su próxima retirada de los escenarios se hace realidad.
El andaluz afincado en la Sagra nos ha contado a ‘La Sagra Al Día’ cómo afronta el último concierto de su gira de despedida, ‘Nuestros últimos acordes’, que se celebrará el próximo viernes 10 de octubre en el Palacio Vistalegre de Madrid y cuáles son sus planes tras decir el adiós a su carrera musical tras más de 20 años sobre los escenarios.
Desde hace unos años, tu vida está aquí, en La Sagra. ¿Cómo termina un gaditano aquí?
Bueno, las cosas que tiene el amor. Por circunstancias, me vine para acá. Con la madre de mi hijo viví en El Señorío un tiempo. Y, después, ya conocí a María José y, como tenía aquí su negocio, nos quedamos.
El amor te trajo a La Sagra y te quedas en La Sagra por amor.
Sí, hombre, y también porque los niños están aquí. Sus hijos están aquí y mi hijo vive en Madrid, entonces para mí es mucho más cercano
Y Mari Jose y tú comenzáis con un proyecto en común, “Son de amores” ¿Cómo surge la escuela de música?
Este es un proyecto que tenía en la cabeza desde hace mucho tiempo. Tenía muchísimas ganas de abrir una escuela de música. Se dio la oportunidad porque el anterior dueño, Pedro, la traspasaba. Me lo comentó el profesor de batería de allí, que está en mi gira. Me dijo ‘Lucas, ¿tú no estabas detrás de una escuela de música?’ Yo le dije que sí, y me dijo que si quería ver una en Yuncos. Nos acercamos, la vi, me gustó. Creo que es una buena oportunidad para que los chicos aprendan instrumentos y demás.

Sí, sí. Me encantó, aunque le hemos dado un cambio de imagen. Lo que me gusta es eso, que los chicos sepan tocar un instrumento, que también sepan quiénes son otros grupos, como pueden ser los Beatles o los Rolling Stones, o Camarón de la Isla. Que ahora mismo se basa mucho todo en la música moderna y yo me echaba las manos a la cabeza porque los niños no supieran quién era Michael Jackson. Y eso es lo que intentamos aquí, cada semana en la pantalla, ponemos un artista. La semana pasada fue Michael Jackson. Y vamos poniendo artistas para que ellos los vayan viendo. Yo, que desde muy pequeño he tocado instrumentos, te puedo decir que la música es mucho más. Te doy un ejemplo: tú vas en el coche y estás triste, ponte música que te gusta, ya verás cómo te cambia el chip.
¿Cómo enfocáis la escuela?
Aquí también damos baile moderno, que está funcionando muy bien ahora mismo. También tenemos dos profesores de piano, Alejandro y Alex, que son unos magníficos profesores. Tenemos a Dani en la guitarra española, a Pino en la batería, y tenemos a Luis en la eléctrica. Vamos a meter, también, canto y teatro musical. Hemos puesto esos espejos en las aulas para que las actividades grupales se puedan expandir un poco más.

Sí, claro. Queremos que todo el que venga aquí a aprender, lo haga. También queremos que los padres se evadan, no solo los pequeños. Que traigan aquí a los pequeños, se cansen un poquito y venga bien por la noche.
Aquí no solo impartís extraescolares para los más pequeños, también hay clases para los mayores.
Aquí se hace pilates, se va a hacer yoga, y estoy abierto a todas las posibilidades. Y yo me voy a apuntar a alguna, voy a aprovechar, que nunca he hecho pilates. Quiero ser un alumno más.
¿Qué expectativas tienes de la escuela?
Pues bueno, yo lo primero que quiero es arrancar, empezar. Y aunque esto es un negocio, quiero que sea como si fuéramos una familia, que es lo que yo voy a intentar, que esto sea una familia, que todo el que venga se sienta a gusto, que pase un buen rato, que aprenda y que no sea un, perdón por la expresión, “un coñazo el venir”, que vengan y diga: “Qué bien me lo paso en la escuela de Son de amores”. Esa es la idea, que al fin y al cabo todos vayamos de la mano y que todos disfrutemos, tanto el alumnado como los profes, como nosotros. Y quiero que la escuela coja nombre y peso, que se vaya abriendo el nombre y el prestigio por toda la comarca. Y, nunca se sabe, igual hay que abrir una segunda ‘Son de amores’.
Y ¿van a sonar canciones de Andy y Lucas aquí en la escuela?
Ya sonó, aunque a mí me da mucha vergüenza. Con la música, cuando estoy en un sitio y ponen una canción mía, sabes que todo el mundo te va a mirar… Pero la primera semana sí que sonó Andy y Lucas.

A lo que más me he acostumbrado es a que la gente me llame Andy. Yo soy Lucas, y todo el mundo me llama Andy, y ya me dicen Andy y contesto y todo, me da igual. A eso ya sí me he acostumbrado. Y a lo que no me acostumbro es al cariño del público en los conciertos e, incluso, en la calle. Porque eso es lo que más tenemos. Si tú en la calle demuestras que res un tipo natural y cercano, la gente eso te lo agradece.
¿Cuántos alumnos hay ya en la escuela?
Si no recuerdo mal, me dijeron que hay ya más de 200 alumnos, pero pueden entrar más. Aunque suena mucho 200, pero que, en dos días, con clases grupales, ya has llegado. Y estamos dándole vueltas, porque queremos abrir también por las mañanas para los mayores, hacer cosas con los jubilados…
Me gustaría hablar con el Ayuntamiento, que se está portando de maravilla. Nos gustaría que estuviera esto todo el rato funcionando, pero como acaba de arrancar el negocio y encima yo no he terminado todavía mi gira… todavía vamos partido a partido.
Ahora mismos estás a las dos cosas a la vez: gira y escuela.
Aquí es verdad que el 90% de culpa de todo lo tiene mi mujer. No de culpa, sino al revés, super agradecido con ella, porque ella es la que desde el principio ha estado ayudándome con todo y ha dicho: “Tú tienes que curarte, tú tienes que estar bien, tú déjame que yo me encargue”. Es más, incluso ella ha dejado su negocio por estar aquí y yo estoy súper agradecido con ella. El 85-90% de todo lo que está ocurriendo aquí es parte de ella. Está siendo ella, junto con el recepcionista, que es Santi.
El 10 de octubre celebráis en Madrid vuestro último concierto de la gira de despedida. ¿Cómo se presenta?
La verdad es que, con mucha nostalgia y muchos sentimientos, porque ya se va acercando y va pensando uno que ya es el final. Pero por una parte también con un poco de ganas, porque es un año bastante largo, extenso, en todos los ámbitos. Necesito un poco de tranquilidad, mi salud lo necesita. Necesito también pensar un poquito en mí, que siempre estoy pensando más en los demás. Quiero y necesito tranquilidad.

En Illescas era el último concierto que íbamos a hacer en la provincia de Toledo. Que, por cierto, me quedé alucinado, con el lleno y el ambiente tan magnífico que hubo ahí. Yo me siento de aquí, de La Sagra. La verdad es que agradezco a todo el pueblo de La Sagra su cariño.
¿Te dejarás ver por aquí cuando acabe la gira?
Me dejaré ver un poco, e intentaremos que esto vaya un poquito en velocidad crucero, que la gente tampoco piense que me van a ver en la esquina como un mimo, todos los días puesto. A lo mejor habrá semanas que no venga, habrá días sí. Yo me conozco, yo soy un tío muy exigente y disciplinado, y voy a estar por aquí bastante.
¿Cómo crees que vas a llevar el cambio de ritmo, cuando dejes los escenarios?
El cambio de ritmo también se lo exige uno, porque lo que cambia, en verdad, son los viajes. Hacer la maleta, en verano, en invierno, frío, calor, coches, furgonetas, 600 kilómetros un día para un lado, un día para otro, no duermes en tu cama. Cuando vas cumpliendo edad, eso lo vas echando de menos, y a tus niños. Pero el ritmo es según como tú quieras ponerlo. Sobre todo, pensaré en mí. Vuelvo a repetir eso: pensar mucho en mí.
¿Y qué le dirías a tu público objetivo aquí en la Sagra de la Escuela? ¿Cómo les invitamos a que vengan?
Primero quiero dar la gracias a La Sagra al completo, porque desde que yo vivo aquí, conmigo se están portando de maravilla y me siento como en casa. Y, por otra parte, decir que aquí os esperamos, que esto es una escuela en la que queremos crear una familia y que van a disfrutar mucho. Tenemos unos profesores magníficos, con Belén, Ainara… Todos los que vienen a apuntarse están encantados con ellos. Y nada, que aquí tienen su casa y que, si quieren venir a probar, pues que prueben y a ver si les gusta.





